domingo, 8 de noviembre de 2009

EL CIRCO DE LA INTERACCION

Siempre hay una primera vez para todo, suele decirse. Aunque esto en realidad sea el bis de un primer intento fallido. Esta aportación, si es que esta vez soy capaz de concluirla con éxito, supone mi ceremonia de iniciación al apasionante mundo de los blogs. Sirva esta aclaración para exculpar posibles errores que pueda cometer y disculpar mi intromisión en blog ajeno.
Yo que generalmente, suelo mantenerme más como convidado de piedra que actuar como anfitrión en los eventos, jugueteando con las posibilidades que me ofrecía un blog no se porqué me ha llamado la atención una entrada Ano.
Leída la entrada y un comentario a la misma no he podido reprimir mis ganas de opinar sobre la interacción.
Yo creía que cada año comenzábamos los cursos como grupo:”conjunto de personas con un interés común consensuado” asistiendo a unas clases para adquirir ciertos conocimientos programados en niveles y de los que se nos debería hacer” una evaluación lo más fiel posible a lo impartido y a la manera de impartirlo”; pero concretando, debo reconocer que pertenezco a ese grupo que asiste a unas clases para “entretener a un conjunto de estudiantes, amas de casa y jubilados” , eso sí, que ocupan buena parte de tantos espacios físicamente vacíos, en las no menos numerosas aulas de esta escuela, en todas las franjas horarias y todos los días lectivos. Esos, a los que yo llamo asiduos.
Los asiduos, como grupo, van a tener que pasar por el aro y a acatar resignados o de buen grado, el sistema de evaluación de interacción, con mayor o menor fortuna en el resultado.
Entre los docentes, diversidad de opiniones. Unos, a disgusto con las pruebas unificadas, otros, entusiastas.

Yo creo que actuaremos en un espectáculo circense con redoble de tambores e iluminación cegadora, espectacular puesta en escena, con magíster convertido en jefe de pista, al que hasta el día de antes tuteabas en sus clases o del que, por el contrario, ni siquiera conocías su existencia en el departamento y que se presenta ante ti como máxima autoridad para emitir el veredicto.
Alrededor, en sus localidades, un público entusiasmado y no menos apabullado dispuesto a disfrutar o sufrir su intervención en el espectáculo al ser seleccionados, nunca al azar, de entre el respetable.
Ese será el momento en que quedará patente a qué grupo pertenecemos.
“Estudiantes, amas de casa y jubilados” que en la interacción nos limitaremos a repetir frases de memoria aprendidas, mal entonadas, a destiempo introducidas y de tan traídas y llevadas, tópicas y típicas ; pero eso sí, con la intención de establecer con el compañero una comunicación, entendida como proceso por el cual los individuos se transmite información, ideas, sentimientos, etc.
El resultado, cuatro balbuceos algo inconexos en varios intentos, lo básico.
Vamos como pasa en los circos con el número de los payasos que sirve de relleno o de introducción al número genial del arriesgado trapecista , o del valiente domador.
Aquí están, estos son, redobles y aplausos para los magos de la interacción.
Esa minoría que sabe controlar el miedo, aguantar la presión, dominar la situación como el domador, que sabe lucirse , arriesgar y demostrar su valía sin perder el control como el trapecista y por saber, sabe hasta establecer cierta complicidad con el jefe de pista.
Esa minoría , que todos los profesores quieren en sus aulas, los aplicados, los mejor dotados para el aprendizaje de las lenguas extranjeras, son los más apreciados porque son ciertamente resolutivos tanto a la hora de elegir compañero “a su medida” como para personalizar la interacción, entendiendo por interacción la acción que se ejerce de forma recíproca entre dos o más sujetos, agentes, fuerzas o funciones.
Pero que diferentes serían las cosas si jugase el azar y del espectáculo se adueñase la improvisación. Si el compañero fuese elegido de entre el público asistente sin importar en calidad de que habían ido ese día al circo, si en calidad de abuelo que acompaña a los nietos, si como madre que ha decidido sorprender a sus hijos, si como quien quiere probar a ser niño de nuevo y disfrutar de algo casi olvidado o desconocido.
Sólo recordar que hasta hoy, el circo es de los espectáculos que aún son para todos los públicos.

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